El ciclista no duda en gastar grandes cantidades de euros en su máquina,componentes y vestuario, con el consiguiente cabreo de la mujer, novia o novio por qué no decirlo, claro que el cabreo no acaba ahí, porque el tiempo que le dedicamos a nuestras bicis y a las rutas es tiempo que no estamos con ellas, y tú que llegas a casa con una sonrisa de satisfacción tras haber hecho esa salida que tanto te gusta, te encuentras a tu esposa con la escoba en la mano y el trapo del polvo en la otra y lo primero que te suelta es" hay que tirar la basura, bañar a los niños y hoy comemos en casa de mi madre, así que acelera", y sin tiempo de reacción obedeces sin pestañear cual súbdito leal, eso si, mientras te duchas a la velocidad de la luz piensas en el próximo recorrido y vuelves a sonreír.
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