martes, 12 de abril de 2011

Una de chuches

Cuando era niño le pedía dinero a mi madre para ir al kiosco a comprar "los chuchesshh", como diría Don Mariano. El hombre que había tras el mostrador conocía los gustos de todos los chicos del barrio  "-qué¿cuánto regaliz negro quieres hoy?"¡qué bueno que estaba aquel regaliz! ,el de ahora no sabe igual. El kiosco es ahora la tienda de bicis, donde también hay un señor detrás del mostrador que sabe que nuestros gustos son caros y se frota las manos cuando nos ve llegar"-deme la horquilla tal,un cambio pascual,hágame un presupuesto de unas piezas y por favor haga un descuento que la cosa está muy mal". En definitiva, somos como niños nos gusta el dulce, que le vamos a hacer, pero mamá ya no nos da la paga y tenemos que ser nosotros los que nos busquemos la vida para las golosinas, pero, después de un mes de trabajo aguantando carros y carretas, quién no se da el gustazo de comprarle unas chuches a nuestra compañera de dos ruedas o a nosotros mismos.
¡Ay, cuanto nos gustan las chuches!,sobre todo las caras.


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